Los ancilia eran escudos sagrados.
Cuenta la leyenda que Júpiter había enviado a Numa un escudo al que estaba
unido el destino de Roma. A fin de evitar su robo, Numa hizo que se
construyeran otros once iguales al primero e instituyó el colegio sacerdotal de
los Salios para que se encargaran de su custodia. El encargado de dirigir a
Roma a una guerra tenía que pasar al vestíbulo del templo de Marte antes de
marchar, donde, después de haber golpeado los escudos y de haber tocado la
lanza del Dios, exclamaba: «Marte vigila; Marte despiértate». En este día se
sacaban en procesión por la ciudad.
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