dimarts, 27 de novembre del 2018

Pompeya no desapareció en verano.


Las primeras dudas sobre la fecha de la erupción del Vesubio salieron a la luz con la misma ciudad durante el s. XVIII. Enseguida se hallaron en las tiendas muchos frutos otoñales carbonizados como castañas, granadas, higos, nueces y uvas; las dolias vinícolas ha estaban cerradas envejeciendo las vendimias de aquel año. Braseros y gruesas alfombras calentaban los suelos de algunas casas. En los famosos moldes de escayola algunos especialistas creen reconocer el espacio que dejaron las vestimentas gruesas de lana devoradas por el tiempo.



Una moneda hallada en manos de unos saqueadores en 1974 trajo consigo más sorpresas y dudas. Concretamente en la Casa del Brazalete de Oro los derrumbes de la casa atraparon a dos ladrones en cuyo botín de denarios de plata, se encontraba una moneda acuñada para celebrar la decimoquinta proclamación imperial del emperador Tito. Esta tuvo lugar, el 7 de septiembre del 79 d.C. por tanto la erupción no pudo cubrir la ciudad el 24 de agosto, 14 días antes de la acuñación del metal. En este punto de la investigación los especialistas defienden una fecha entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre, otros en cambio hablan de una confusión que convirtió el 24 de octubre, en 24 de noviembre. Hablemos de ello.



El error debió ocurrir en alguna copia de la medieval o anterior de las cartas de Plinio el Joven a su amigo historiador Tácito, explicando los sucesos en primera persona. El documento que ha conservado la historia nos cita la fecha de nonum Kal, Septembres hora fere septima. Dicho de otro modo, nos da 3 cifras; 9, 7, 7. Si el escriba hubiese querido plasmar la fecha del 24 de octubre habría escrito nonum Kal. Novembres, hora fere septima. O sea 9, 9, 7, la posibilidad de que el copista se confundiera en el orden no es tan descabellada. Sin embargo, todo ello no deja de ser solo una hipótesis.


Hace apenas unas semanas fue descubierta una inscripción en las nuevas excavaciones un comentario banal, pero fechado por su autor 16 días antes de las calendas de noviembre en el antiguo calendario romano. Los romanos llamaban calenda al primer día de cada mes, así que en nuestro calendario moderno la fecha de la inscripción corresponde al 17 de octubre. "Dado que (la inscripción) se hizo en carbón frágil y evanescente, no pudo durar mucho, y es muy probable que se pueda fechar en octubre del 79 d.C", dijo el equipo de arqueología en un comunicado.

Dicha inscripción, hallada en la denominada Regio V de Pompeya, amplia zona casi sin excavar hasta hoy, nos a desvelado el siguiente texto: XVI (ante) K (alendas) noviembre (embres) en [d] ulsit pro masumis esurit (ioni). Cuya traducción vendría a ser: En el día 16 antes de las calendas de noviembre, se entregó a una comida excesiva.


Los expertos del yacimiento explican que las inscripciones realizadas con carbón vegetal se desvanecen en muy poco tiempo, por ello no puede ser muy anterior a la erupción. Pero otros especialistas no están convencidos, pues en la misma ciudad se han hallado otros textos realizados con carbón, aunque deteriorados por la exposición exterior. Sin embargo, el nuevo descubrimiento está escrito en un salón interior, las condiciones de conservación no son las mismas. En realidad, se desconoce cómo puede afectar una erupción volcánica a un grafito de este tipo.

La curiosidad nos obliga a preguntarnos: ¿Quien fue el autor de tan locuaz comentario? Quizás lo escribió uno de los obreros que trabajaba en la renovación de la estancia, Peter Kruschwitz, catedrático de la Universidad de Reading (Reino Unido) discrepa: Seguramente si el trabajador comió en exceso, no tenía por qué grabarlo en una habitación de una casa que no era la suya. ¿Y por qué grabaría esto de todos modos? ¿No es mucho más probable que el grafito haya sido escrito por alguien que realmente vivió en esta casa, registrando esta cuestionable hazaña al igual que muchos pompeyanos eligieron grabar eventos de su vida cotidiana, desde actos funcionales hasta conquistas eróticas?

Aunque quizá, como sugiere ahora la profesora Giulia Ammannati, el escrito sea una anotación de un servicio. La experta en Paleografía de la Scuola Normale Superior de Pisa cree que el escrito debe integrarse con un texto del que apenas se ve una parte (En Olearia Proma Sumserunt) y la traducción sería entonces algo así como el 17 de octubre recibieron la dispensación de aceite de oliva

Mientras el ministro de Cultura italiano, Alberto Bonisoli, calificó de revolucionario este descubrimiento con el que, dijo, se reescriben los libros de historiaMacarena Calderón Sánchez, investigadora del Centro CIL II de la Universidad de Alcalá de Henares replica: No deja de ser una hipótesis, puede que sea así, pero en el grafito no se especifica el año. Pudo haber sido hecho antes ... Hay que tener mucho cuidado con lo que se transmite a la sociedad, añade.

Como podéis ya corren ríos de tinta aunque todavía se están esperando los exámenes espectrográficos de la escritura que esperemos revelen más datos sobre este epígrafe escrito a carboncillo.

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