dilluns, 17 de setembre del 2018

Las aguas bajo el Foro de la capital


El centro del imperio, el Foro de Roma, en el siglo VIII a.C. era un valle pantanoso. Hoy pretendemos desvelar, por lo menos en parte, que pasó entre esa extensión insalubre de terreno y el marmóreo Foro de época imperial.

El protagonista de hoy es el subsuelo del llamado Foro republicano, el más antiguo. Sin embargo, los misterios que esconde el corazón de Roma bajo las pisadas de los turistas son de toda índole: pozos, altares, corredores… historias de nobles y pobres. Hoy pasearemos por las oscuras arterias y venas del corazón de Roma.

Antes de entrar en materia, debemos tener en cuenta la cuestión geológica. La mayor parte del Lacio, así como las siete colinas, reposa sobre una fina capa de tierra cultivable sostenida por una gran masa de toba y antiquísimos restos volcánicos que acumulan toda el agua de lluvia, pero también la que corre por la superficie. Por ello, dicho valle era una zona cenagosa, a causa de su sustrato.

Puntualicemos también que cada uno de los enclaves que vamos a comentar podría merecer un artículo propio, pero hoy pretendemos entenderlos dentro de la globalidad del Foro.

El gran público, habitualmente maravillado por los monumentos y la historia del lugar, desconoce que este fue el sitio escogido para las necrópolis de las primeras poblaciones que ocupaban las colias Vedia, Palatina y del Capitolio, cuyo testimonio arqueológico podemos localizar todavía hoy al oeste de la fachada del templo de Antonio y Faustina. Hablamos de necrópolis anteriores a los primeros monarcas romanos, los lejanos tiempos de los pueblos Sabinos y Latinos.

La tradición nos cuenta que fue Numa Pompilio (753-674 a. C.), segundo rey de Roma, el primer monarca en establecerse en el lugar. Sin embargo, fue la dinastía Tarquinia la que pavimentó el suelo con cantos rodados por primera vez.




Los primeros desagües no debieron ser subterráneos, los cuniculi (que deben este nombre a las galerías de los conejos) eran simples zanjas descubiertas que dirigían la evacuación de aguas, de todo tipo, a los extremos de las zonas habitadas o de cultivo, obras que seguramente realizó Tarquinio el Antiguo, en el año 600 a.C. Hablamos de intentar redirigir el torrente del Velabro, torrente responsable del cenagal. Así se desecó la zona y nació la cloaca máxima de la creciente ciudad. De esta manera empezó a desvanecerse el aislamiento entre las aldeas de las colinas, y el valle pasó a ser un espacio de encuentro, para ello tuvo que trasladar las antiguas necrópolis. En ese momento la primitiva Roma tuvo al fin desagües.

La Cloaca maxima apareció aproximadamente en el año 520 a.C., cuando Tarquinio el Soberbio renovó las obras desde el centro de la ciudad, a lo largo de 800 metros, hasta el Tiber. La cubrió con piedras de toba o piedra de Estabias y ahondó aún más las instalaciones. Evitó así que los limos arrastrados por las corrientes y los mismos desechos de la ciudad colapsasen el sistema, inundando de inmundicia los pavimentos del Foro.


Pragmáticos como eran los antiguos romanos, estaban orgullosos también de este tipo de ingeniería. Plinio el Viejo llegó a escribir que no le asombraron los jardines colgantes de Tebas, porque él sabía que el centro de la ciudad eterna era atravesado cada día por un gran río. El mismo autor nos cuenta la enormidad de la obra de Tarquinio al comentar que este rey quiso que el tamaño de las galerías fuese tan enorme que en ellas pudiera transitar un carro cargado de heno hasta arriba. Otros textos nos contarían, siglos después, como el emperador Tiberio bajó a la Cloaca maxima a inspeccionarla navegando en una barca, y que conste que no creemos que la barca del emperador fuese precisamente muy pequeña.

Pero el Foro seguiría siendo un lugar maloliente hasta el año 272 a.C. cuando, entre las mejoras que proporcionó la construcción del Aqua Anio Vetus, por primera vez, empezaron a circular por su cloaca las aguas sobrantes desde el acueducto. ¿En qué mejora esto la instalación? En que a partir de este momento, este nuevo aporte de agua arrastra continuamente la suciedad que antes se acumulaba durante días, esperando a las siguientes lluvias o riadas. En el año 184 a.C. los censores abrieron nuevas galerías bajo el Aventino, y repararon y limpiaron las más antiguas. Tras los desastres de la República, fueron restauradas por Agripa en el año 33 d.C. La zona bajo el Foro Boario fue especialmente dificultosa pues, para que el sistema funcionase, tuvo que desviar el curso de siete ríos hacia las cloacas para garantizar el continuo flujo de inmundicias.

Desde los tiempos de Augusto, Roma contó con una mayor red de cloacas que saneaba también la zona del campo de Marte y de los Foros imperiales. Por tanto, los millares de habitantes del resto de la ciudad sufrían la pestilencia y la falta de salubridad que imponía el drenaje a nivel de calle de las aguas negras.

Cloacina


La Vía Sacra, el gran recorrido que cruzaba el Foro de oeste a este. Donde sonaron las calcei de Julio César pero también las caligae legionarias en sus desfiles triunfales. Todos siempre en dirección al Capitolio. En este recorrido, pero lejos de tan fastuosos momentos, empiezan nuestros puntos de interés. Concretamente, frente a la basílica Emilia, frente a su tercera puerta y al lado de las tabernae novae, o tiendas nuevas, adosadas al gran edificio. Allí, todavía hoy pueden atisbarse los restos de un pozo de agua procedente del Velabro.

Sobre el pozo se levantaba una estructura circular, un templete dedicado a Venus Cloacina, un aspecto poco conocido de esta diosa relacionado con la purificación (debido a un sincretismo con la divinidad etrusca Cloacina). La tradición reconoce este punto como el lugar donde finalizó el enfrentamiento entre Latinos y Sabinos tras el rapto de las mujeres de estos. Aquí es donde las leyendas sitúan la purificación con ramas de mirto que aquellas utilizaron para dar por zanjado el asunto. Todo ello, obviamente, es anterior a la gran Cloaca maxima, que pasaría ciertamente muy cerca, pero que todavía se desconoce si está conectada. Algunas monedas nos muestran este pequeño monumento como un altar con dos estatuas. Su culto estaba tradicionalmente vinculado al rey Tito Tacio y el antiguo curso del Velabro.

Lacus curtius


Situados ya a la derecha de la famosa columna de Focas, podemos ver todavía hoy una estructura circular con tejadillo que oculta el brocal del antiguo Lacus Curtius. A su lado podemos ver una copia del relieve original griego hallado en el lugar, único testimonio del muro que lo rodeaba. Dicho relieve representa a un militar a caballo (el original ahora está ubicado en Los Museos Capitolinos). En su lado occidental se erigen 2 de los 3 altares votivos originales, o quizás bases de estatuas.

La leyenda cuenta que se abrió una horrible sima en este lugar que parecía no tener fondo y amenazaba con tragarse la ciudad, pues engullía toda ofrenda sin parecer tener fondo. Varrón y Tito Livio nos narran cómo un oráculo advirtió que la fosa no se cerraría hasta que Roma sacrificase lo mejor que tenía. Marco de la gens Curcia, comprendió que el valor y la juventud de Roma eran el mayor de los tesoros y, engalanado para la guerra, montado en el mejor de sus caballos, se lanzó directo a la oscuridad para lograr cerrarla. Este sacrificio encaja muy bien en la mentalidad romana de la guerra y el acto de devotio, con el que un militar ofrecía su propia vida en favor de su causa y de su gente. Se trata, sin duda, de una historia muy antigua, pues existen distintas versiones. Otra versión nos habla del noble sabino Mettius Curtius, que fue tragado por este pantano mientras luchaba contra el mismísimo Rómulo.



Como curiosidad, y quizás relacionado con esta última historia, sabed que en tiempos de Augusto los transeúntes lanzaban monedas a su interior para atraer a la dama Fortuna.






La fuente Juturna


Manantial inmemorial de agua potable procedente de Palatino, dedicado a la ninfa latina Juturna, esposa del dios Jano, hija del río Voturno. Celebre ninfa de la buena salud y madre de esta fuente.

Esta fuente se hizo famosa y dio pie un templo icónico todavía hoy al sureste del Foro, el templo de Cástor y Pólux. Cuenta la leyenda que, tras la exitosa batalla del lago Regilo, todavía en época de la monarquía, Roma conoció la victoria por la voz de dos jóvenes que, con nobles y vistosas capas rojas, abrevaban a sus excelentes corceles en este lugar. La leyenda los identifica como los Dioscuros, los gemelos míticos Cástor y Pólux, a quienes está dedicado el templo situado al lado del reformado templete conocido como Lacus Iuturnae, que contaría con un templete propio.

Templete de Juturna. Reconstrucción (1953-55)
El templete que observamos es una reconstrucción tras el incendio del 283 d.C., usando materiales del conjunto original. En un arquitrabe todavía podemos apreciar la inscripción IVTVRNAE S que podríamos concluir como IVTVRNAE SACRUM, consagrado a Juturna. Frente a este pequeño monumento se encuentra una copia de una fuente de mármol cubierta de dedicatorias a Juturna por parte de un magistrado urbano del año 20 a.C.

A 10 metros al norte, y alineado con el templo de Cástor y Pólux, se encuentra el estanque en el que los hermanos gemelos abrevaron sus caballos tras la batalla. Dicho estanque fue probablemente monumentalizado en el 168 a.C. por L. Emilio Paulo, quien lo decoró con las dos estatuas de mármol de los Dioscuros sujetando sus Caballos (ahora en el museo Antiquarium Forense). En sus inicios, el estanque era rectangular, de 7’5 x 9 m. y revestido simplemente con hormigón resistente al agua con un borde de toba.

A finales del siglo II a.C. los lados largos fueron acortados para formar un cuadrado y se construyó un pedestal en el centro, que seguramente sujetaba un grupo escultórico.

En una tercera fase, dentro de los cambios ejecutados en el templo de los Dioscuros por Tiberio en el año 6 d. C., el estanque fue reducido a unos 5 m. de lado con un reborde de mármol blanco.

Muchas más aguas subterráneas, limpias y sucias, circulaban por el Foro, si no ¿cómo se alimentaban los jardines del templo de Vesta o se cubrían las necesidades de la Regia? Entre otros. Seguramente un estudio profundo de las fuentes de la época nos ayudaría a ampliar este artículo, pero tampoco creo que fuese de mucho interés ya que la arqueología, solo preocupada por estos temas desde hace pocos años, no nos daría muchas respuestas.

Reconstrucción ideal de la casa de las Vestales.

BIBLIOGRAFÍA

 

 

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