Recolección
Se cosechaba a mano (incluso se utilizaban
escaleras) o por bateo. El bateo será suave, con cañas y de lado, para no
romper el brote del ramito, para no menguar la próxima cosecha.
Catón recomienda 50 hombres en activo, 33 de
ellos recolectores. La recogida de la aceituna se realizará por arrendamiento,
jurando los trabajadores que no se apropiarán de una parte para sí. También
juran no abandonar la labor, si lo hacen no recibirán pago alguno, ni ellos, ni
sus compañeros. A su vez, el arrendatario deberá abonar una cantidad de dinero
en concepto de posibles daños, por si no se devuelven las escaleras, por
ejemplo. Si son esclavos arrendados y no han trabajado a destajo, su
propietario exigirá una compensación.
Para Columela, es preciso el uso de trojs
(del latín trox) o algorines, una especie
de jaulas abiertas por delante y construidas sobre un plano inclinado,
alrededor del patio del molino de aceite, para depositar separadamente la
aceituna de cada cosechero hasta que se muela. También se entiende por algorín
el patio donde están estas divisiones, con las oportunas
vertientes (cubiertas de piedra o tejas) para recoger en un sumidero el
alpechín que mana de las aceitunas. Unos “zarzos
de cañas espesos” evitarán la caída de las aceitunas. El alpechín fermenta
rápidamente y puede estropear el aceite.
El alpechín es el agua de vegetación que
también acumula la aceituna y que “es muy
contrario al aceite” y echa a perder su sabor. Para Catón, tiene mil
propiedades y utilidades: barniz aislante, insecticida, medicinal, cuidado del
cuero, de metales y de madera.
Varrón, a diferencia de otros autores,
recomienda amontonar un tiempo las aceitunas antes de prensarlas, para que se
ablanden (sin llegar a enranciarse) y así facilitar el prensado. Paladio
argumenta que la cosecha no debe amontonarse, sino extenderse, para que no coja
calor, y se apartan las secas y podridas. Todos los autores coinciden en que el
proceso debe ser muy limpio y meticuloso, limpiando las aceitunas y cribando
las piedras.
Mayoritariamente también están todos con
Catón El Viejo: “Al día siguiente o tres
días después de la recolección haz el aceite” (LXXIV). El prensado debe
realizarse rápidamente. “Tres moliendas
por cada cuatro hombres en dos prensas durante el día y la noche es justamente lo
que hay que exprimir” H.N. 5 (6), 23. Paladio concreta que, como dicen los
griegos, hay que recolectar sólo las aceitunas que se puedan moler durante la
noche.
Molienda
Prensa en cerámica griega |
Hay que evitar romper el hueso, para mantener
la calidad del aceite.
Columela nos cuenta que las muelas son más
útiles para la extracción de aceite que el trapetum.
Las muelas, además, son más fáciles de manejar y permiten graduar su altura
para no triturar el hueso de la aceituna, situación que modificaría el sabor y
la calidad del aceite.
Prensa de Catón |
Levantada la prensa, se muele todo con sal en
grano (pues ayuda a separar el alpechín), será prensado de nuevo en cuartones
de madera o capazos nuevos, y lo obtenido se trasladará rápidamente a tinajas
de cerámica. De hecho, tendremos tinajas para el aceite del primer prensado,
para el segundo y para el tercer prensado. Cada tipo de aceite será decantado
varias veces en otras tinajas, con la finalidad de separar el alpechín y licuar
el aceite. Cada tipo de aceite tendrá 30 pilones de trasiego (14 según Catón).
Entre estos dos autores entendemos que primero
la aceituna es deshuesada y triturada con una maquinaria especial (muela, o trapetum), y que posteriormente la masa
deshuesada pasa por la prensa (dentro de capachos) que obtendrá el aceite que
deberá decantarse para extraerle el alpechín.
Paladio obliga a limpiar canales y balsas
previamente con agua hirviendo, y mide que por cada 10 modios de aceitunas se
añaden 3 de sal y se muelen. Se dejan reposar en capachos de ramas de sauce
nuevos (que mejoran el aceite) durante toda la noche para que se impregnen de
sal, y por la mañana serán prensadas. La sal reducirá la densidad del aceite,
favoreciendo la extracción. Hay que trasegarlo durante 30 días para extraer el
alpechín.
Trapetum |
Plinio Segundo manda decantar el aceite varias
veces al día con una concha (igual que Catón) y vasijas de plomo (de las
vasijas a los labros, cubas o
bañeras), ya que el cobre altera el sabor del aceite; la decantación sirve para
separar el alpechín y los orujos. Siempre se trabajará en lugares cálidos pero
no calientes, cerrados y con el mínimo de ventilación posible. Siempre hay que
tener limpios los fiscina (“cestita”)
o capachos. No es adecuado prensar más de 100 modios, lo que ellos llaman factus (obra o realización) que nosotros
traducimos como molienda (1 modio= 8.78 litros).
Poncio Catón añade que hay que trabajar con
limpieza, evitando útiles de hueso, así como los de cobre, que perjudican la
calidad del aceite. “Cuando los lagareros
prensen con las barras, que el trasvasador saque inmediatamente el aceite con
un vaso en forma de concha con el mayor cuidado posible, que no deje un momento
de hacerlo: que evite sacar el orujo” después se trasvasará repetidamente,
para eliminar el alpechín. El alpechín se almacena en cubas, el aceite en
tinajas. A los trabajadores se les paga con aceite.
En el mundo romano hallamos diferentes máquinas
para la elaboración del aceite:
Mola: según Columela, separa la pulpa del hueso,
subiendo o bajando a voluntad la mola para evitar romper el hueso.
Canalis,
Solea: No sabemos
exactamente de qué se trataba, aunque quizás formasen parte de una expresión.
Algunos interpretan canalis et solea
el hecho de pisar sobre un plano inclinado, de madera o cuero, la masa de las
aceitunas para obtener el aceite.
Tudícula: solo Columela nos habla de él, parece ser
algo similar a un molinillo de café que se desarmaba con suma facilidad si se
pretendía prensar demasiadas aceitunas.
Trapetum: Molino formado por dos piedras o molas semiesféricas
(orbis) suspendidas sobre un basamento de piedra con forma de mortero (mortarium). Las muelas,
además de su desplazamiento circular, podían girar sobre sí mismas, generando
así en la aceituna un efecto de machaqueo y otro de dilaceración. La distancia
entre las muelas y el mortarium era
regulable, pudiéndose de esta forma seleccionar el tipo de molienda
con o sin rotura del hueso. Originario de Grecia, su uso se generalizó en todo
el imperio romano. Se han encontrado restos de este tipo de molino en las
ruinas de la ciudad de Pompeya; siglo I de nuestra era.
Las herramientas más extendidas fueron el trapetum para el deshuesado y el torcularium para el prensado.
El “sistema clásico” pervivirá en España
hasta la década de 1970-80. Actualmente, la molida y el batido se mantienen,
pero el prensado es substituido por la centrifugación.
Bibliografía:
LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA. Los 12 libros de agricultura. Imprenta de D. Miguel de Burgos. Madrid,
1840.
PLINIO EL VIEJO. Historia Natural. Libro XV. Biblioteca Clásica
Gredos. Madrid, 2010.
MARCO TERENCIO
VARRON. Rerum rusticarum. Libri III. Junta de
Andalucia. Sevilla, 2010.
RUTILIO TAURO
EMILIANO PALADIO. Tratado de agricultura; Poema de los injertos. Biblioteca Clásica Gredos. Madrid, 1990.
MARCO PONCIO
CATON. De Agri Cultura. Tecnos. Madrid, 2009.
FRANCISCO MONTES
TUBIO. Factorías romanas de aceite en España. ARTIFEX: Ingeniería Romana
en España. Ministerio de cultura, 2002.
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